Don Felipe de Jesús y su participación estelar en Madrid // El ex presidente y ex mexicano Calderón // Acordeón estilo papirola

Hay preocupantes razones para que perdamos toda esperanza en este continente. Con la nueva administración en Estados Unidos no habrá intervención en América Latina.Foto Armando Tejeda
ara la plática del lunes pasado, la columneta había considerado conversar con ustedes sobre su propósito de incursionar en el ámbito literario de la ciencia ficción. Desafortunadamente, como lo ha practicado con devoción durante toda su existencia, don Felipe de Jesús (¿es necesario que se aclare que nos referimos a Calderón Hinojosa?) exigió su participación estelar en el elenco del próximo asunto a tratar y, trepándose voluntariamente al banquillo del condenado, reivindicó, por su puro gusto y extravío de su ya muy debilitada capacidad de razón, un lamentable y doliente comportamiento que le ha facilitado no ser considerado simplemente como un triste inimputable
, sino un vivales que, tras múltiples y viles acciones, se ha granjeado el llegar a ser reconocido como un empleado de confianza
. Veamos un ejemplo de su trabajo recientemente ejecutado. Hace unos días se llevó a cabo en Madrid el seminario internacional al que convocó el Grupo Libertad y Democracia, organización hispana de extrema derecha con ramificaciones en diversos países de nuestro continente. En el foro donde participó Felipe de Jesús se desarrolló el tema América, Europa y los cambios de paradigma marcados por Estados Unidos. El ex presidente mexicano terminó su intervención con una lastimera mezcla de quejumbre y reclamo: Hay preocupantes razones para que perdamos toda esperanza en este continente. Con la nueva administración en Estados Unidos no habrá intervención en América Latina
. ¿Se dan ustedes cuenta? No fue un grito brioso, pleno de satisfacción y de orgullo, sino de frustración y desencanto. Así coronó su participación, el ex presidente y ex mexicano Felipe de Jesús Calderón. Las razones de esa expresión descastada, desnaturalizada, vergonzante y antipatriótica merecen, aunque sean cosa sabida, que doña columneta dé a conocer su modesta y provinciana opinión (Dios nos libre de ellas).
Seguramente, a Felipe de Jesús, egresado de una primaria privada, y obviamente confesional, no le han de haber enseñado que allá por 1912 y 1914, México fue víctima de dos intervenciones a cargo del ejército naval estadunidense. Le anoto las fechas para que, si en una de esas no logra conectarse con la plataforma que le ofrece el último capítulo de Star Wars, se conforma con ver a los cadetes mexicanos pagar con juventud y vida el respeto a la soberanía nacional. Éstas han sido las últimas intervenciones que, por su carácter militar, tienen un mayor impacto en todos sentidos, pero las injerencias en la cultura, los valores, las ideas, las costumbres, las creencias, relaciones familiares o afectivas y sentimentales, existen todos los días y a todas horas. Por ellas somos afectados hasta en nuestros momentos más personales. Por supuesto, los medios electrónicos existentes y los que van naciendo son suaves grilletes, tan prodigiosos que hasta cuando nos domestican nos convencen de que estamos ejerciendo nuestras libertades.
Vengo de votar, o, mejor dicho, de medio votar. Ayer, la doctora Blanca Ponce y la doctora Mariana Ortiz, como jugando papirolas, me ayudaron a construir mi acordeón con el que hace unos momentos me apersoné en la casilla que me fue asignada. Cuando saqué mi credencial del INE la vi detenidamente y la sobé con emoción: cuántas cosas importantes me ha proporcionado durante años, en los que únicamente sale de la oscuridad de un cajón para ayudarme a que sea tomada en serio mi insistencia cuando afirmo que yo soy quien dice ser. Seguramente, ésta es la última molestia que le doy, pues la siguiente elección me queda harto lejos, y a estas alturas no la voy a cambiar por una nueva. Mi agradecimiento a las compañeras que hicieron posible que mi voto y todos los que durante este día recolectaron, contribuyan a un propósito común: que la nación que somos sea mejor para nuestros descendientes. Besos para todas (cada quien el suyo): Natalia Saltalamacchia, Brianda Lubel, Ana Elena Cruz, María Luz Rosell, María Fernanda Correa y Susana Pardo.