Política
Ver día anteriorLunes 23 de junio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Nosotros ya no somos los mismos

Grato momento casual // Busco al señor Ortiz, ¿es usted su papá? // Libro prestado hace 60 años // Duelo memorioso

Foto
▲ En la columneta pasada cometí un lapsus calami, es decir, un error involuntario al escribir la autoría de un bello verso/consigna, y en lugar de nombrar a su autor, el veracruzano Salvador Díaz Mirón (en la imagen), se lo adjudiqué a otro gran poeta, Ramón López Velarde, nacido en Zacatecas en 1888.Foto tomada de Internet
¡Q

ue no fue López Velarde!... que fue Díaz Mirón. ¡Que no fue López Velarde!... que fue Díaz Mirón. ¡Que no fue López Velarde!... que fue Díaz Mirón. Así, hasta llegar a 100 repeticiones, me sentí obligado a ofrecer a los lectores de la columneta una expresión mínima de mi bochorno y profunda vergüenza, en razón de la torpeza y descuido, exhibidos el pasado lunes 16, cuando equivoqué la autoría de un bello verso/consigna y, en lugar de nombrar a su autor, el veracruzano Salvador Díaz Mirón, se lo adjudiqué a otro gran poeta, Ramón López Velarde, nacido en Zacatecas en 1888. Lo que voy a contarles no tiene nada que ver con el tema anunciado, pero sí, con el gafe por mí cometido. Por eso es que no aguanté compartirles un grato momento, llegado como los mejores con los que uno se tropieza, de pura casualidad. La persona que estaba en la puerta me saludó afablemente y de inmediato me dijo: Busco al señor Ortiz, ¿es usted su papá? No me dejó responder y agregó: Él fue mi maestro de literatura y le vengo regresar un libro que me prestó allá por los años 60. ¿Podría ver al maestro? No pude contenerme, reí en su cara. Sorprendido, mohíno, me miró, pero de pronto lo entendió todo. Se rió, nos abrazamos y me dio su nombre (que nada me dijo). Lo invité a pasar mientras él me entregaba un pequeño envoltorio, al tiempo que me decía: Usted perdonará, pero ha resistido muchos cambios de domicilio. Además, dos de mis hijas estudiaron en él. Por eso no les compré uno nuevo. No era lo mismo, y aunque en mi casa me hacían burla, yo siempre conservé el propósito de buscarlo y poner en sus manos el libro que hace más de medio siglo me prestó. No creo que se acuerde, pero usted me aprobó. Seguramente lo habrás merecido, le contesté y luego, de sorpresa, le espeté: Semejante al nocturno peregrino mi esperanza inmortal no mira el suelo; no viendo mas que sombra en el camino, sólo contempla el resplandor del cielo. Evidente sorpresa y pronta recuperación. Me contestó: Fiado en el instinto que me empuja, desprecio los peligros que señalas. El ave canta, aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas. Y ya encarrerado, queriendo ponerle final a este duelo memorioso, dije: Los claros timbres de que estoy ufano han de salir de la calumnia ilesos... Él meditó unos segundos, pero luego, con una satisfacción que lo desbordaba, como si tuviera el micrófono enfrente, terminó: “Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan… Mi plumaje es de esos.”

Este memorioso encuentro me provocó la gana de cerrar con algo vibrante, pero temí, ¿y si mi interlocutor no me lo contesta? Se me cae este efervescente y emotivo momento que estoy viviendo y entonces, en vez de un Martini de contento, me tendré que conformar con otro de consuelo. Por eso no quise terminar, como era de esperarse con una de las arengas más conocidas y provocadoras del poeta: Sabedlo, soberanos y vasallos/ próceres y mendigos. Y que me contestara mi sobreviviente alumno: Nadie tendrá derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto. Decidí no correr el riesgo, sin embargo, por todo lo que estos versos significan. Los incluí en el texto de la columneta, pero sin que, aún ahorita, encuentre una razón que lo explique, los cargué a la cuenta de Ramón López Velarde. Rectifico, la columneta ya encontró la razón y es clara: cometí un lapsus calami, es decir, un error involuntario al escribir, causado por descuido o falta de atención. (Diccionario panhispánico del español jurídico). La columneta, por su cuenta agrega: amable, el diccionario.

En verdad, apenado: Laura Edna Aragón Borja, Carlos Vázquez Calzada, Alfredo Zapata: Gracias por leer y corregir. Maestro José Blanco. MAESTRO.