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El camino de la no violencia
E

n 2024, la organización civil Las Abejas de Acteal publicó el libro El camino de la no violencia, obra colectiva que reúne más de tres décadas de memoria, resistencia y pensamiento político desde Los Altos de Chiapas. El texto recupera los testimonios de sobrevivientes de la masacre ocurrida el 22 de diciembre de 1997, en la comunidad de Acteal, y constituye un esfuerzo inédito por narrar la historia desde la voz y la dignidad de quienes fueron víctimas directas de la violencia de Estado y de los grupos paramilitares.

La obra no sólo confronta los discursos oficiales que han intentado silenciar la masacre de Acteal, sino que ofrece una visión holística del compromiso con la paz y la organización comunitaria. Durante su presentación, el 10 de diciembre de 2024, el periodista Helio Henríquez relató cómo Guadalupe Vázquez, afirmó que el libro nace de la necesidad de dejar un legado a las nuevas generaciones, no sólo como testimonio, sino como una invitación a continuar la lucha desde la no violencia.

Hoy, ese legado de resistencia pacífica resuena desde la comunidad de Tzajalch’en, municipio de Chenalhó, donde el pasado sábado 8 de junio se vivió un suceso alarmante de violencia, mientras se celebraba una reunión comunitaria se escucharon múltiples detonaciones de armas de alto poder. Los disparos no sólo se dirigieron contra quienes participaban en la asamblea, donde se encontraban miembros de Las Abejas de Acteal.

Estos hechos reviven con doloroso paralelismo las condiciones que precedieron la masacre de Acteal y evidencian que las amenazas contra los pueblos organizados en torno a la defensa de la vida, la justicia y la autonomía siguen presentes, ahora bajo nuevas formas de agresión y con la misma impunidad estructural.

Frente a este acto de terror, la comunidad pidió la intervención del juez municipal. La respuesta fue el silencio, peor aún, las autoridades lejos de proteger a la población, criminalizaron a sus miembros: acusaron de secuestro a quienes habían detenido a una mujer señalada por su presunta participación en narcomenudeo. Como represalia, el grupo especial conocido como los pakales detuvo de manera arbitraria al agente rural municipal Sebastián Pérez Jiménez y a Sebastián Pérez Vázquez, integrante de Las Abejas. Aunque ambos fueron liberados, sus detenciones fueron un mensaje claro: la organización comunitaria será castigada.

Desde 2021, la vida en Tzajalch’en ha sido empujada hacia el colapso: niñas y niños han dejado de asistir a la escuela; el personal médico ha abandonado la zona; los servicios básicos se han vuelto inaccesibles y el control armado sobre el territorio se ha intensificado. Los testimonios de la comunidad revelan un patrón sistemático de represión, al intentar documentar la actuación de los pakales, los pobladores fueron despojados de sus teléfonos celulares y los videos fueron borrados. No sólo se violó su derecho a la libre expresión, sino también su derecho a la memoria, a registrar y defender su historia en un contexto de violencia.

Pero lo aún más alarmante que la violencia en sí, es la sombra que va dejando, el eco de la masacre de Acteal, donde 45 personas fueron asesinadas por paramilitares, retumba con fuerza en estos hechos, de nuevo otra comunidad tzotzil enfrenta la amenaza de una historia de violencia.

En medio del miedo, habitantes de la comunidad de Tzajalch’en eligen un transitar como Las Abejas han señalado con dignidad: el camino de la no violencia. Un camino que no es pasividad ni resignación, sino la organización colectiva, la palabra como escudo, la memoria como resistencia. En las páginas del libro El camino de la no violencia se afirma: Nuestra fuerza está en la verdad, en la memoria, en la palabra que no olvida y que se organiza. Esa fuerza ancestral es la que hoy sostiene a Tzajalch’en.

A pesar de las amenazas, de las detenciones arbitrarias y del abandono institucional, sus habitantes insisten en la justicia. No lo hacen desde la ingenuidad, sino desde una profunda comprensión de lo que está en juego: la vida colectiva, la autodeterminación, la esperanza. Esta resistencia no es nueva, sino parte de un hilo que une generaciones de lucha indígena en Chiapas.

La situación en Tzajalch’en nos atraviesa a todos. No podemos permitir que otra masacre anunciada ocurra bajo el amparo del Estado; las organizaciones de derechos humanos, los medios de comunicación y la sociedad civil tenemos la responsabilidad de visibilizar, denunciar y acompañar. Como bien lo afirman Las Abejas de Acteal en su libro, a lo largo de su historia, la no violencia no significa ausencia de conflicto, sino presencia activa de justicia.

* Maestro