Shanghái. China posee una amplia red comercial de trenes de alta velocidad, pero ninguno se compara con el Maglev (levitación magnética), de Shanghái, que opera con esa tecnología y, en promedio, circula a 300 kilómetros por hora, lo que lo convierte en el más rápido de este país.

Para tener una idea de su velocidad, es como si un pasajero en la Ciudad de México partiera de la Basílica de Guadalupe y llegara a la caseta México-Cuernavaca en tan sólo 8 minutos.

Trasladarse en él desde el aeropuerto es como si el tiempo no transcurriera, pues de pronto el usuario se encuentra en el centro de Shanghái sin darse cuenta que acaba de recorrer 30 kilómetros. Aun cuando el viaje dura 8 minutos pareciera que fue la mitad.

Las cabinas tienen filas de seis asientos –tres por lado–, son lugares muy amplios como para colocar el equipaje frente a cada persona, si se trata de maletas grandes hay zonas destinadas para eso.

Cuando dos convoyes coinciden en ruta –uno de ida, otro de vuelta–, se escucha un fuerte estruendo del viento seguido de un movimiento brusco que sorprende a los pasajeros sin que suceda nada más. El tren se inclina suavemente cuando pasa las curvas; adentro las personas no sienten la velocidad promedio de 300 kilómetros por hora, que es la que alcanzan los autos de Fórmula 1.

A lo largo del camino se ven las carreteras con autos y camionetas que aparentan ir despacio o muy lento, mientras el arbolado pasa desapercibido, sólo se divisan manchas verdes en el camino.

El tren comercial Maglev, exclusivo de la ciudad de Shanghái, sólo tiene una ruta que conecta el aeropuerto de Pudong con la estación Longyang del Metro; el viaje de ida cuesta 50 yuanes –unos 140 pesos mexicanos–. Cualquiera diría que su costo es más elevado porque el viaje es breve; sin embargo, es más económico comparado con un taxi, incluso de aplicación, que pueden alcanzar 65 o 70 yuanes, según el tráfico. Además, su rapidez ahorra hasta 85 por ciento de tiempo de viaje en auto.

El tren se diferencia del resto de los de alta velocidad por la tecnología de levitación magnética, lo que implica que se desplace sin tocar las vías, como si estuviera flotando por tan sólo unos milímetros, lo que le permite alcanzar una gran aceleración.

El Maglev se construyó en junio de 2000 a partir de un proyecto chino-alemán; tras dos años de diseño, obras y marcha, se realizó el viaje inaugural en el que se alcanzó 430 kilómetros por hora. Actualmente su velocidad comercial promedio es de poco más de 300, con lo que es el más rápido de China y uno de los más veloces a escala internacional, según información oficial.