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El PIB y el bienestar
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ay consenso en que la economía mexicana vive un momento difícil. A las dificultades provenientes de la circunstancia nacional hay que agregar las complicaciones provocadas por las decisiones de Trump. Una de las maneras para evaluar el impacto de la situación es el comportamiento de la producción, de lo que se produce y de cuánto se produce. El PIB mide el valor neto de lo que se produce en un cierto periodo y, si se mira hacia adelante, estimar su crecimiento indica la medida en la que aumentaría la producción nacional.

Estimar el crecimiento del PIB tiene ese sentido. Es evidente que no incorpora medidas sobre el bienestar de la población. Eso lo hacen otros indicadores, como los de pobreza, distribución del ingreso, etcétera. Medir el tamaño de la economía y su dinámica es diferente a medir el bienestar de la población. Cuando la economía crece, es posible y conveniente agrandar los programas sociales. Pero cuando la situación económica se complica, se pone en cuestión el gasto público dedicado a atender a la población con mayores requerimientos y, por ello, el bienestar social.

Las dificultades de nuestra economía llevan a que las estimaciones sobre su evolución en este año se modifiquen a la baja. El Banco de México redujo su estimación para el crecimiento del PIB de 0.6 a 0.1 por ciento. Prácticamente indicó que entrábamos a una situación de estancamiento. Hay otras estimaciones de entidades internacionales o de empresas privadas. El propio Banco de México calcula el promedio de estas estimaciones, que es de 0.18 por ciento, porque resulta de interés no lo que tal o cual empresa estima, sino la media de todas las estimaciones.

Es claro que la economía no ha entrado en una senda recesiva, sino en una de atonía. Dada esta situación, importa que los programas sociales se mantengan ya que son fundamentales en la estrategia económica y política de este gobierno. Garantizar el gasto social es imperativo. Se trata de defender el bienestar de la población en condiciones en las que la economía reduce su ritmo. Por ello importa revisar lo que pasa con otras variables que impactan el desempeño económico y el bienestar de la población.

Una muy importante son las remesas recibidas en México. En abril pasado registraron una significativa caída en monto, en número y en el promedio por remesa.

El monto total recibido en abril de 2025 respecto a abril de 2024 registró una disminución de 12 por ciento y si se comparan los montos del periodo enero-abril de este año contra los del año anterior la disminución es de 2.5 por ciento, lo que indica que las reducciones se están acelerando. Vistas en términos de número de remesas, la reducción en abril de este año fue de 8 por ciento al pasar de 13.46 millones de envíos en abril de 2024 a 12.37 millones. También disminuyó el valor de la remesa promedio de 403 dólares el año pasado a 385 este año.

El impacto negativo sobre el bienestar de las familias que recibían estas remesas es indudable. Su reducción tiene que ver con la situación de la economía estadunidense y, particularmente, con una política migratoria que se mantendrá los próximos meses. Por supuesto, la caída del monto de remesas recibidas afectará la demanda general de la economía. Consecuentemente habría que sumarla a las afectaciones arancelarias, como las del acero y el aluminio, la volatilidad financiera, los conflictos geopolíticos y la reducción del ritmo de crecimiento de las grandes economías. Todo esto afectará la dinámica de nuestra economía.

Junto con estas afectaciones que provienen del exterior, hay decisiones internas que también pudieran contribuir a que la economía pierda dinamismo. En el paquete económico para 2025 se comprometió un déficit fiscal de 3.5 por ciento del PIB, lo que supone una contracción significativa desde el 5.9 de 2024. Esta meta es parte de una decisión de gasto público para 2025 que lo mantiene constante en términos reales respecto al gasto aprobado para 2024. El gobierno se propuso un presupuesto sin crecimiento real, lo que supone que el impulso del gasto público sobre la economía disminuiría.

En estas condiciones todo indica que el PIB en 2025 será básicamente el mismo que en 2024. Es cierto que apuntaba a comportamientos recesivos y que la economía ha resistido. Las gestiones del gobierno han sido fundamentales en esta resistencia. Es previsible que las dificultades sean mayores y que hagan falta medidas adicionales del gobierno para amortiguar los impactos negativos. Hay margen de maniobra en diversos frentes que pueden aprovecharse. El fiscal es uno de ellos.